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Lección de Escuela Sabática
HÁBITO: AUTODISCIPLINA
La autodisciplina es uno de los rasgos de carácter más importantes que un mayordomo pueda tener. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim. 1:7). La palabra griega para disciplina, sophronismos, aparece solo aquí en este versículo del Nuevo Testamento e implica la capacidad de hacer lo que hay que hacer con una mente equilibrada y sana que no se desvía de los principios de Dios. La autodisciplina puede ayudarnos a “distinguir entre lo bueno y lo malo” (Heb. 5:14, NVI), a entender las situaciones que se nos presentan y, no obstante, soportar en forma tranquila y humilde las presiones y las distracciones sin importar el resultado. Daniel procuró hacer lo correcto a pesar de los leones, a diferencia de Sansón, que vivió una vida de autocomplacencia y mostró poca moderación o buen juicio. José procuró hacer lo correcto en la casa de Potifar, en contraste con Salomón, que adoró a otros dioses (1 Rey. 11:4, 5).
Lee 1 Corintios 9:24 al 27 ( CB ( . ¿Qué dice Pablo acerca de la autodisciplina? Según él, ¿qué está en juego en definitiva cuando se trata de la autodisciplina? “El mundo esta´ entregado a la sensualidad. Abundan los errores y las fábulas. Se han multiplicado las trampas de Satanás para destruir a las almas.
Todos los que deseen una santidad perfecta en el temor de Dios deben aprender las lecciones de temperancia y dominio propio. Los apetitos y las pasiones deben ser mantenidos sujetos a las facultades superiores de la mente. Esta disciplina propia es esencial para la fuerza mental y la percepción espiritual que nos han de capacitar para comprender y practicar las sagradas verdades de la Palabra de Dios” (DTG 71).
La autodisciplina mejora con la práctica habitual. Dios nos ha llamado a ser “santos en todo lo que hagan” (1 Ped. 1:15, NVI) y a “ejerc[itarnos] para la piedad” (1 Tim. 4:7). Los mayordomos deben practicar y entrenarse para ser disciplinados, al igual que los atletas o los músicos más talentosos. Mediante el poder de Dios y nuestro esfuerzo diligente, debemos disciplinarnos en lo que realmente importa.
¿Cómo podemos aprender a entregarnos al poder de Dios, el único que puede darnos la autodisciplina que necesitamos para vivir como mayordomos fieles y piadosos en un mundo caído y corrupto?